En un contexto de creciente digitalización en el que el mercado laboral demanda perfiles más cualificados, el listón formativo se sitúa cada vez más arriba. El título de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) ya no basta para asegurarse un futuro digno, aunque no tenerlo casi triplique la probabilidad de caer en exclusión social severa. El "cortafuegos" contra la pobreza se ha desplazado en los últimos años al Bachillerato y a la Formación Profesional (FP), que reducen a la mitad ese riesgo de vulnerabilidad. Así lo revela el IX Informe Foessa sobre Exclusión y Desarrollo Social, que señala que el "hambre de cualificación" creciente en España penaliza "más que nunca" a los perfiles con baja formación.

"La ESO, que hace veinte años bastaba para obtener empleos razonablemente estables, ya n

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