«Mañana decid en casa que os pongan la ropa de domingo que viene el 'retratero' a hacer la foto de todos los niños juntos y una de cada uno en el pupitre con el mapa detrás y la bola del mundo al lado». Cuando 'el señor maestro' –o la señora maestra para las niñas– pronunciaba la frase mágica era una fiesta en la escuela, la foto del año. Te ponía tu madre la ropa de fiesta, la muda limpia, con la amenaza de terribles plagas si la ensuciabas; te peinaba y repeinaba con la recomendación de que no te despeinaras o te quedabas sin merendar, que no era cosa menor. Y te pasabas la mañana mirando por la ventana hasta que dabas la voz más esperada: «Ahí está el retratero». Veinte días después llegaba la esperada foto que, después de enseñársela a toda la familia, desembarcaba con gran pompa en el

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