El Círculo del Vínculo | De la puerta… a la almohada

En las noches modernas, entre pantallas y rutinas aceleradas, hay un gesto ancestral que vuelve a ganar terreno: dormir acompañado de una mascota. Lo que antes se consideraba una costumbre curiosa, hoy la ciencia lo reconoce como un acto de bienestar compartido.

Estudios recientes del Sleep Health Journal y la Mayo Clinic Sleep Center confirman que compartir el dormitorio con un perro o un gato no interrumpe el sueño. De hecho, puede aumentar la sensación de descanso, reducir el estrés y fortalecer los lazos emocionales. En otras palabras, el ronroneo o la respiración tranquila del compañero peludo actúan como un metrónomo emocional: disminuyen el cortisol, la hormona del estrés, y aumentan la oxitocina, la molécula del apego.

De acu

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