Cuando el biólogo marino Mauricio Hoyos sintió la mordida aplastante de un tiburón de Galápagos cerrarse alrededor de su cabeza, pensó que su vida había terminado. En cambio, el ataque profundizó su respeto por los depredadores incomprendidos a los que ha dedicado décadas de estudio y protección, informa BBC Mundo.

Un momento entre la vida y los dientes

Todo comenzó con un sonido: el crujido amortiguado de dientes serrados encontrándose con hueso bajo cuarenta metros de agua del Pacífico. Mauricio Hoyos ni siquiera vio venir al tiburón. Un segundo antes, se deslizaba por el azul frente a la Isla del Coco, en Costa Rica, marcando tiburones de Galápagos para un estudio de migración. Al siguiente, una hembra de tres metros estaba sobre él.

“ Cuando cerró su mandíbula, sentí la presió

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