“¿Cómo estás?”. “Muy liado, pero bien”. Probablemente, esta sea una de las microconversaciones más repetidas de nuestro tiempo. Y bajo la apariencia inofensiva de la respuesta se esconde una idea profundamente arraigada: la de confundir la actividad con el valor personal. De hecho, decir que estamos ocupados parece haberse convertido en un imperativo para demostrar que somos útiles, eficientes o incluso importantes. Es como si responder simplemente “muy bien” resultara sospechoso de algo.
El mito del club de las cinco de la mañana resume a la perfección esta cultura, ya que promueve levantarse antes que nadie, entrenar, meditar y empezar a trabajar cuando aún no ha salido el sol. Es una especie de liturgia moderna que convierte el sacrificio en virtud. Basta observar cómo muchos de sus se

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