La medicina reproductiva atraviesa un cambio estructural. Por primera vez, tecnologías de precisión permiten estandarizar procesos que históricamente dependían del ojo, la experiencia y el pulso de los médicos.
Para Tomás Quintana, jefe de la sección de Endocrinología y Fertilidad del Cemic, la clave está en entender que los tratamientos in vitro “tienen dos etapas que son indivisibles pero distintas”. Por un lado, explicó, está el trabajo clínico con la paciente, orientado a lograr que el ovario produzca más óvulos. Por el otro, todo lo que ocurre en el laboratorio: “Es la parte en la que se procesan esas gametas, se unen el óvulo y el espermatozoide y surgen los embriones”.
En la práctica diaria, sostuvo, los avances clínicos se apoyan en medicaciones cada vez más específicas: “Son sis

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