Por: Ramiro Andrés Gutiérrez

Hace unos días alguien me dijo una frase que me dejó pensando, “Estamos tan ocupados sosteniendo todo, que nos olvidamos de sostenernos a nosotros mismos.”

La escuché y sentí que tenía mucho sentido. Vivimos en una época donde pareciera que sostenerlo todo, el trabajo, la familia, la imagen, las relaciones, es casi una obligación. Sin embargo, pocos nos detenemos a pensar en lo que implica sostenerse a uno mismo.

Desde pequeños nos enseñaron que debíamos darlo todo por los demás. Ser buenos hijos, buenos amigos, buenos padres, buenos compañeros. Nos criaron con la idea de que pensar en nosotros mismos era sinónimo de egoísmo, y que servir al otro era la máxima expresión de la bondad. Pero en ese afán por responder a lo que se espera de nosotros, terminamos

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