Si el futuro del transporte va de la mano de la innovación y de la sostenibilidad, en el caso del sector aéreo son especialmente importantes el desarrollo y la inversión en estos aspectos, por la dificultad que supone lograr reducir la huella de carbono. Esta fue una de las principales conclusiones a la se llegó en la primera mesa de la V Jornada de Movilidad Sostenible, la ruta hacia las cero emisiones, organizada por elDiario.es en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid.
“Sin ser el principal contribuyente en emisiones, lo cierto es que si el transporte aéreo continúa creciendo del modo en el que lo viene haciendo en los últimos años y no logramos una solución terminará por serlo”, alertó Benito Núñez Quintanilla, secretario general de Transportes Aéreo y Marítimo del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible . “Desde el Ministerio nos toca impulsar las soluciones de descarbonización para llegar al objetivo de emisiones netas de CO2 de efecto invernadero equivalentes a cero para el año 2050, y en el corto plazo trabajar ya para que los objetivos intermedios se puedan ver satisfechos”.
La solución clave en torno a la que ha girado todo el debate está en el combustible sostenible de aviación (SAF por sus siglas en inglés), aunque los expertos no creen que su implantación vaya a ocurrir a corto plazo por el elevado coste que supone y a la baja producción actual. Cristina Cuerno, catedrática de Ingeniería Aeroespacial (ETSIAE-UPM) y directora de jóvenes de Ellas Vuelan Alto, propuso otras tres formas de actuación, basándose en un estudio de la Universidad de Cambridge: no despreciar las mejoras de eficiencia aparentemente pequeñas, apostar por las tecnologías y los diseños disruptivos y la gestión de las estelas de condensación (contrails).

“Está claro que podemos contribuir con grandes medidas que hagan reducciones muy potentes, pero también con un conjunto grande de pequeñas medidas que hagan pequeñas reducciones. Todo ello contribuye, porque mejoras de eficiencia que se pueden hacer a todos los niveles”, afirmó Cuerno.

Ana Salazar, directora de Sostenibilidad de Aena, explicó el Plan de Acción Climática implementado en los aeropuertos desde su aprobación en 2021 y que mira hacia 2030. “En primer lugar está lo que llamamos la estrategia eléctrica, que pasa por convertir toda la electricidad que se consume en verde”, introdujo con una previsión de lograr que el 51% de la demanda sea de origen fotovoltaico para 2029 gracias a la compra de energía con garantía de origen. Salazar también ha mencionado la estrategia térmica, de sustituir los combustibles fósiles para calefacción por renovables; las emisiones de alcalde a terceros y la conexión ferroviaria o con autobuses de energías limpias de todos los aeropuertos.

Los precios como dificultad
Todas las medidas de sostenibilidad expuestas por los expertos sumaban para lograr un cambio importante en el modelo, pero el debate siempre volvía a recaer sobre el SAF como la gran solución técnica que no logramos alcanzar. “El principal problema que tiene ahora mismo el combustible sostenible de aviación es el precio”, admitió Núñez Quintanilla.
“A día de hoy, la gran colaboración necesaria para el despegue definitivo de la descarbonización del transporte es una inversión masiva en instalaciones de producción de combustible sostenible de aviación. Es tan sencillo como eso, es el nudo gordiano de todo esto”, explicó el secretario general de Transportes. “Estamos en esa pescadilla que se muerde la cola, parece que esas inversiones masivas no acaban de despegar porque parece que la demanda a su vez no acaba de arrancar porque el precio es muy alto; y el precio es muy alto porque las inversiones en producción no llegan, y estamos ahí”, lamentó apuntando a la principal tarea de administraciones y productores.
Al respecto, Ana Salazar puso sobre la mesa el SAF sintético (ISAF), que requiere de hidrógeno verde. Tanto Núñez Quintanilla como la directora de Sostenibilidad de Aena coincidieron en que España tiene una oportunidad única para ser muy competitiva en la producción de este biocombustible gracias a su gran potencial solar y eólico, “lo que permitiría producirlo a un precio económico en el mismo lugar donde existe la demanda”. La clave está en madurar la tecnología del electrolizador y el coste de la energía eléctrica verde.
“Yo creo que la clave la tiene el Banco Europeo de Inversión, que va a ser la herramienta, el instrumento que va a proveer de fondos a digamos todos estos proyectos de desarrollo de combustible sostenible de aviación”, apuntó Salazar.
Los aviones del futuro
La primera mesa de la jornada también ha abordado el diseño de las aeronaves del futuro, que evoluciona a un ritmo muy lento, casi imperceptible desde la perspectiva de los pasajeros. Un aspecto fundamental para lograr reducciones en el consumo de combustible. La catedrática Cristina Cuerno puso el ejemplo transgresor de las alas volantes, que “mejoran la eficiencia aerodinámica y la reducción del consumo”, a pesar de los grandes retos de certificación y adaptación, que conllevan procesos largos.
“La sostenibilidad tiene efecto inmediato en el pasajero. Todo esto redunda en menor gasto energético y menor tiempo de espera, también en una personalización de la oferta”, valoró Salazar, que explicó que Aena cuenta con un calendario detallado de actuaciones para tener las instalaciones preparadas cuando las compañías dispongan de aviones con necesidades especiales.
Se aprovechó el debate también para hacer un alegato en favor del fomento de las vocaciones STEM (del inglés, Science, Technology, Engineering, and Mathematics). “Tenemos ingenieros pero no los suficientes. Nuestra sociedad es cada vez más tecnológica a todos los niveles y necesitamos cada vez más tecnólogos. De aquí a los próximos 40 años no tenemos ni para empezar”, aseguró Cristina Cuerno. A lo que Ana Salazar añadió la importancia de incluir la sostenibilidad en los programas de formación.
“Sabemos la meta, pero aún estamos lidiando para encontrar el camino más recto que nos lleve a ella”, quiso concluir el representante de la administración, Núñez Quintanilla.
Por su parte, Ana Salazar se mostró optimista ante “la enorme oportunidad” que hay por delante: “El sector debe perseguir activamente estos fondos, ya que movilizar capital para las plantas de producción es la única manera de reducir la brecha de precios del SAF”, resumió.

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