Cuatro décadas después de la avalancha que borró Armero y afectó a poblaciones vecinas como Chinchiná y Guayabal, entre otros. Gracias a la pericia de la periodista Mónica Rodríguez, que abrió los micrófonos para que muchas familias fuera de Armero pudieran saber que sus seres queridos habían sobrevivido a la tragedia.

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Para llegar a Armero, Mónica recurrió a la Fuerza Aérea y a colarse en un pequeño avión. Cuando pudo llegar a la planicie de lodo en que se había convertido la próspera y pujante localidad tolimense, fue testigo de decenas de rescates fallidos y de otros que tuvieron final feliz, así como del desespero de muchos sobrevivientes que aún no entendían lo que habí

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