Visitar hoy el Manuel Bonilla en Miraflores ya no produce orgullo. Atrás quedaron las noches de vóley y los triunfos que mantenían el orgullo de los hinchas peruanos con su selección, o las tardes de domingo en que equipos barriales disputaban la liga local ante un estadio copado de hinchas y colores.

Ahora, es un pesar para los vecinos ver el techo del coliseo a punto de caerse y la cancha convertida en una desolada explanada de tierra y residuos. Las boleterías han sido clausuradas, y su único visitante es el polvo que cubre cada ventanilla. Un proyecto de S/ 31.786.098,90 para su "mejoramiento y ampliación" se ha diluido en un laberinto legal que expone una cadena de negligencia administrativa y política que ya dura más de dos años y medio.

Una remodelación que terminó en ruina

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