Cuando la venezolana Julie Ramírez huyó de su país, por la persecución política en 2016, creyó haber encontrado un refugio en Trinidad y Tobago.

Ramírez, solicitante de asilo y quien trabaja como cuidadora, cuenta que «la ansiedad» se ha apoderado de la comunidad migrante venezolana en todo Trinidad y Tobago, tras el aumento de los controles migratorios.

Esa sensación de zozobra la comparte Marannys Guerra: «Temo perder todo lo que he construido», dice esta venezolana, que administra un bar en el sur de Trinidad y tiene un pequeño salón de belleza donde hace manicuras y pedicuras.

Un memorándum gubernamental filtrado, con fecha del pasado 27 de octubre, revela que el Ministerio de Seguridad Nacional instruyó detener a todos los extranjeros indocumentados y mantenerlos en el Centro de De

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