Siempre ha habido extorsión.

La mordida es una de sus expresiones y tiene que ver con una forma de acuerdo entre partes desiguales, entre una autoridad y un gobernado quien a cambio de condescendencia paga una multa que no se registra en los ingresos formales, sino en el bolsillo del extorsionador.

En este caso hay complicidad y no son pocos los casos en los que el gobernado prefiere pagar la multa que ser objeto de sanción formal.

También resulta ser el caso de funcionarios sujetos a cuota por sus superiores, es decir, el beneficio ilegal se reporta y se reparte; la extorsión institucionalizada.

La extorsión institucionalizada o institucional tiene su lógica.

El beneficiario superior no se expone, no tiene que ir con el particular a exigirle o intimidarle para que entregue el recurso

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