Antes del 13 de noviembre de 1985, Armero era una ciudad viva, fértil y próspera. Ubicada al norte del Tolima, entre los valles del Magdalena y las estribaciones del Nevado del Ruiz, su paisaje se distinguía por el blanco de los campos algodoneros y el verde intenso de los arrozales. Era una ciudad ordenada, con calles amplias, arquitectura moderna y un ritmo de vida que combinaba el trabajo agrícola con una activa vida social.

Para sus habitantes, Armero era una tierra de oportunidades. Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (Igac), la ciudad representaba “ un nodo regional que se fue consolidando como una ciudad de primacía en el departamento del Tolima ”.

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Armero: símbolo de la bonanza agrícola

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