En la era digital , la forma en que nos relacionamos y nos «vendemos» ha cambiado drásticamente. Lo que antes era un contrato social estático, regido por la familia y la decencia pública), ahora es un algoritmo de Branding, sujeto a la velocidad de la swipe culture . Esta transformación plantea una pregunta fundamental en las relaciones personales y profesionales: ¿Estamos operando como un producto intercambiable o como una marca insustituible?
La distinción es crucial. Ver al sujeto como producto implica que su valor se basa en atributos funcionales y tangibles en un momento dado. ¿Somos la «agraciada figura» que satisface una necesidad inmediata del mercado? Nuestro valor es pasivo; es decir, lo define la demanda externa. Somos un bien fungible, y si un producto con mejores especifi

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