En los últimos días hemos visto publicadas en distintos medios de comunicación reflexiones sobre el denominado Christiancore, o el resurgir de lo católico como una moda. Se habla de Rosalía, de sus declaraciones apelando a la trascendencia, de su último disco Lux y sus referencias religiosas, de la película «Los Domingos» y la frescura con la que aborda la fe y la vocación.

Antes que sumar comentarios a lo que han dicho ilustres escritores y perspicaces analistas, me interesa detenerme en el propio concepto de moda que se utiliza en este debate, pues es precisamente en él donde parece residir el sentido último de los argumentos que se desarrollan.

Coincido en la descripción de la moda como algo pasajero y por definición no enraizado en lo trascendente y permanente, que se puede advertir

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