¿Dónde me equivoqué? ¿Qué estoy haciendo mal? Nos hacemos estas preguntas con demasiada frecuencia y ya no con tono de tragedia, como un suspiro de aceptación. “Creemos que elegimos mal, que no tenemos lo suficiente, que tendríamos que haber tomado otras decisiones. Pero nuestros supuestos errores no son individuales; la frustración es colectiva. Nuestra sociedad se volvió exitista y meritócrata en exceso . Nos obliga a celebrar los logros sin contar los procesos, las renuncias, los costos invisibles que pagamos por ellos. “Creamos expectativas imposibles, comparaciones y una sensación de pequeñez que nos paraliza”, explica la filósofa Florencia Sichel, quien acaba de publicar Todas las exigencias del mundo , un libro que a todos los que nos volvimos adultos en las últimas década

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