Es una exhibición siniestra, obscena, oscura y absoluta de Cristina Fernández. Afirmó que un arrepentido que la incriminó con sus dichos ante la justicia fue torturado. Es volver a usar a la Dictadura para mentir sobre pecados propios.

Es profanar la sagrada profundidad del terror real para justificar miserables trapisondas personales.

Es una pasión descontrolada de la ex presidenta. Una extravagancia irresponsable.

Cuesta decirlo, pero todo sugiere un desequilibrio mental.

¿O qué otra cosa es?

Es un delirio. Esas torturas no ocurrieron.

Hay una grave alteración psico política.

Perdió el sentido de realidad.

Escribió Cristina Fernandez en X.

“Ya lo habíamos dicho: en esta opereta judicial de los Cuadernos truchos, a los llamados “arrepentidos” habría que llamarlos “extorsionado

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