Manuel Mosquera siempre ha tenido claro que la vida está hecha de lugares y personas que te marcan para siempre. Por eso, cuando habla de Almendralejo, lo hace con una mezcla de cariño y emoción difícil de fingir. «En mi caso, todos los caminos conducen a Almendralejo», dice, y no a Roma, consciente de que su historia personal y profesional no se entendería sin la ciudad que lo acogió hace más de tres décadas y que hoy lo reconoce como Hijo Adoptivo. En sus palabras hay serenidad, verdad y una humildad que lo define. «Soy un tío normal y natural, y lo único que pretendo es que la gente que esté cerca de mí esté bien, con energía positiva», confiesa con esa cercanía que quienes lo conocen saben que lo caracteriza.

Su día a día transcurre con sencillez, pero también con un orden que refleja

See Full Page