Es frecuente -sobre todo en el lenguaje coloquial- que al referirse a una persona mayor, se lo haga con el rótulo “abuelo”.

Claramente, dicha designación, en la actualidad, no está asociada a la idea de “persona sabia que alcanzó una edad longeva” sino, más bien, a la de quien ya se encuentra descontinuado de la vida, ignora cómo manejarse en este Tercer Milenio y lo mejor que le puede pasar es quedar -hasta que desencarne- recluido en algún hogar para ancianos, más conocido como geriátrico.

Abuelo se ha convertido en sinónimo de algo desagradable, que debe evitarse. Tanto es así que se han hecho frecuentes en las redes sociales agresiones con textos como los siguientes:

“Vaya a la cama, abuelo.”

“Abuelo, ¡se olvidó de tomar la pastilla hoy?, que escribe estas tonterías.”

“¿Hoy lo

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