GUADALAJARA, Jalisco. -Lo que debía ser una noche de despecho y en contra de ellos, se convirtió en el punto final de una carrera de 54 años cantando por y para ellas: el viernes, Lupita D’Alessio dio en Guadalajara lo que, dijo, fue el último concierto de su vida.
En medio del escenario, una silla amplia y cómoda, no el trono de la reina, pero sí el púlpito de la sacerdotisa de los amores rotos, de las infidelidades galopantes, de las mentiras, pero también de la venganza de los sexos, del derecho a ser infiel y de la necesidad de un día detenerse y decir: «Hoy voy a cambiar».
Desde esa silla, D’Alessio le entregó al público justo lo que esperaba: un recorrido por esas canciones que la convirtieron en icono pop, en compañera de desgracias, en inspiración para resurgir de las cenizas del

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