Hasta el momento de enviar esta columna (sábado), el ministro del Interior, Armando Benedetti, continuaba en el cargo. No había sido suspendido por la Procuraduría ni apartado por Gustavo Petro, pese al más reciente y dantesco escándalo: la brutal agresión verbal contra una mujer, una magistrada de la Corte Suprema de Justicia, la doctora Cristina Lombana, en un episodio bochornoso que le ha dado la vuelta al mundo y que en Colombia está próximo a convertirse en una burla institucional.

El flamante ministro perdió los estribos y, en su habitual actitud, la emprendió contra la magistrada por haber ordenado un allanamiento a una de sus mansiones. En un primer trino escribió: “En este momento denuncio que están allanando mi hogar en un abuso de poder de la demente y delincuente ‘magistrada’

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