Aquí, el doctor Eduardo San Martín Martínez, investigador del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y su equipo han pasado una década dominando el arte de lo invisible: tejer una malla microscópica que el cuerpo humano reconozca como propia y pueda servir como piel para tratamientos como quemaduras o incluso el pie diabético.
El inicio de la investigación
La chispa que encendió esta línea de investigación llegó en 2014, durante una estancia sabática en Bélgica. Un colega le preguntó si conocía “las nanofibras”. Eduardo San Martín admitió su desconocimiento, pero el concepto se clavó en su mente. De regreso en México, al compartir la idea con sus alumnos, Josué Vázquez Jiménez, estudiante del doctor, tomó la iniciativa.
“Iniciamos el proyecto y eso le valió al joven el sobrenombre de ‘El

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