Cuando Keiko Fujimori perdió las elecciones contra Pedro Pablo Kuczynski en 2016 lanzó, en medio de su pataleta, una maldición: “gobernaremos desde el Congreso”. De todas las mentiras que ha dicho, ese conjuro profético lo cumplió al pie de la letra. Tanto, que casi 10 años después, habiendo destrozado la Constitución de Alberto Fujimori (llamen a Freud para las explicaciones, pero algo de “matar al padre” hay en esto), no queda ni la más mínima estabilidad en el cargo de presidente de la República del Perú.
Ni en la Constitución de 1993 ni en las anteriores existió la figura de la revocatoria del mandato presidencial o su censura por parte del Congreso. Desde 2017 la mayoría fujimorista y sus aliados han tratado, con éxito, de torcer la figura de la vacancia por incapacidad física o mora

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