CHICAGO (AP) — Baltazar Enriquez comienza la mayoría de las mañanas con patrullas callejeras, saliendo de su casa en La Villita de Chicago a pie o en coche para encontrar agentes de inmigración que han apuntado repetidamente a su vecindario mayoritariamente mexicano.
Llevando un silbato naranja alrededor de su cuello, el activista transmite sus planes en Facebook.
"No sabemos si van a volver. Todo lo que sabemos es que tenemos que estar listos", les dice a miles de seguidores. "Dénnos cualquier pista si ven algún coche sospechoso".
Momentos después, su teléfono vibra.
A medida que una represión migratoria sin precedentes entra en su tercer mes, un número creciente de residentes de Chicago está luchando contra lo que consideran un exceso racista y agresivo del gobierno federal. La respu

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