Ganó el Real Zaragoza porque creyó más en la victoria. Porque quiso vivir y porque entendió el envite como lo que era: una final en toda regla. Respira, que no es poco, un equipo blanquillo que sigue en la uci pero con una leve mejoría que, en caso de continuar, podría otorgarle cierta esperanza de no quedar desahuciado. Está vivo el Zaragoza porque no se dejó morir y escapó de ese victimismo que su entrenador censuró a voz en grito tras la ridícula caída en Granada y se creyó capaz, al fin, de ganar un puñetero partido. Eso, ni más ni menos, es lo que hizo el Zaragoza: cumplir con su obligación, lo que no lleva haciendo en todo este curso marcado por la infamia. Una victoria al fin, la primera en el Ibercaja Estadio, para reducir a seis la renta con la salvación y para aportar una dosis
Sellés da pie con Bolo. La contracrónica del Real Zaragoza
El Periódico de Aragón4 hrs ago


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