Jorge acude a la consulta traído por familiares con una “tobillera electrónica” colocada por un Juez luego de cometer delitos sexuales bajo el efecto de sustancias. Sale con una familiar y contratan junto a otros adictos menores para ejercitar una sexualidad desbocada y perversa. Me dice “no puedo no hacerlo”.
La madre llorando me confiesa que por lo menos ahora por la “tobillera” sabe dónde está. Es un “robot” que programado por el consumo voraz se dirige a sus objetivos sin siquiera pensarlo ya que “ciegamente” y vorazmente ataca a su prenda humana que de suyo ya es un objeto y no una persona.
No es un robot dirigido por un programa de “inteligencia artificial” como los que ya pululan por el mundo y que avanzaran en los próximos años, sino que su cerebro y su mente están en un estado

Diario La Prensa

Infobae
Corrientes Hoy
Diario Uno
ELONCE
SANTA CRUZ EN EL MUNDO
MINUTO NEUQUÉN
Essentiallysports Golf