Durante unos minutos, antes de las 23:00 horas, el Autódromo Hermanos Rodríguez dejó de ser un festival y se convirtió en una máquina del tiempo . En la pantalla principal apareció una cuenta regresiva y, con ella, la certeza de que miles de asistentes estaban por reencontrarse con una parte de su adolescencia .
El legado de Chester Bennington no era solo un recuerdo flotando en el aire, para muchos era parte del soundtrack de su juventud. Y cuando la cuenta llegó a cero, Linkin Park salió a escena para demostrar que, a pesar de los cambios inevitables, el eco de los 2000 sigue siendo una fuerza colectiva.
Con “Somewhere I Belong” y un “Let’s go!” que atravesó el recinto, la banda abrió una presentación que obligó a muchos a correr desde el escenario de Def

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