En los últimos años, la figura de Nayib Bukele se ha convertido en un símbolo de lo que muchos denominan “eficacia autoritaria”. Su discurso de orden, su guerra sin tregua contra las pandillas y su imagen de líder fuerte han despertado simpatías dentro y fuera de El Salvador. Sin embargo, este fenómeno —que podríamos llamar “el virus Bukele”— es, en realidad, un peligro inminente para las democracias de la región y para la vigencia de los derechos fundamentales.

El debilitamiento de la democracia no proviene únicamente de factores externos, como la crisis del orden internacional o la erosión del multilateralismo. También nace desde dentro, en el seno mismo de nuestras sociedades. Cada vez que los ciudadanos normalizan la corrupción, justifican el irrespeto a las leyes o votan por candidat

See Full Page