TEL AVIV, Israel (AP) — La cifra de palestinos que mueren bajo custodia israelí se ha disparado hasta casi 100 personas desde el inicio de la guerra en Gaza, según un informe publicado el lunes por una organización de derechos humanos que dice que la violencia sistemática y la negación de atención médica en prisiones y centros de detención contribuyeron a muchas de las muertes analizadas.
El panorama que se desprende del informe de Physicians for Human Rights-Israel (Médicos por los Derechos Humanos-Israel, o PHRI) coincide con las conclusiones de The Associated Press, la cual entrevistó a más de una docena de personas sobre abusos en prisiones, negligencia médica y muertes, analizó los datos disponibles y revisó informes de autopsias. La AP habló con un exguardia y una exenfermera de una prisión, un médico israelí que atendió a presos desnutridos llevados a su hospital, exdetenidos y sus familiares, abogados que los representan, así como con organizaciones de derechos humanos.
El exguardia de una prisión militar célebre por el trato duro que inflige a los palestinos dijo a la AP que los detenidos con frecuencia eran encadenados y golpeados con porras y patadas, y que esas instalaciones tenían el sobrenombre de “cementerio” debido a que muchos prisioneros morían allí. Accedió a hablar con la AP para crear conciencia sobre la violencia en las cárceles israelíes y lo hizo bajo condición de anonimato por temor a represalias.
De las 98 muertes de prisioneros documentadas por PHRI desde el ataque contra Israel del 7 de octubre de 2023 que desencadenó la guerra, 27 ocurrieron en 2023, 50 en 2024 y 21 este año, la más reciente el 2 de noviembre. PHRI dice que la cifra real de fallecidos durante este período es “probablemente mucho mayor”, y señala que Israel se ha negado a proporcionar información sobre cientos de palestinos detenidos durante la guerra.
Menos de 30 palestinos murieron bajo custodia israelí en los 10 años anteriores a la guerra, según PHRI. Pero desde la guerra, la población carcelaria se duplicó con creces y alcanzó los 11.000 reclusos, debido a las detenciones masivas, principalmente en Gaza y Cisjordania. El número de presos fallecidos creció aún más rápidamente durante ese período, según datos de PHRI.
PHRI documentó las muertes mediante entrevistas con exdetenidos y personal médico penitenciario, análisis de informes elaborados por médicos que presenciaron autopsias a petición de las familias de los presos fallecidos, y la confirmación de decenas de fallecimientos a través de solicitudes de acceso a la información.
“La alarmante tasa en que la gente muere bajo custodia israelí revela un sistema que ha perdido todos los controles morales y profesionales”, expuso Naji Abbas, un director de PHRI.
El año pasado, el jefe del sistema penitenciario israelí —el ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir— se jactó de haber reducido las condiciones carcelarias al mínimo legal. Bajo la presión de organizaciones de derechos humanos, las condiciones mejoraron ligeramente.
El Servicio Penitenciario de Israel declaró que opera conforme a la ley. Declinó comentar sobre el número de fallecidos y remitió cualquier consulta al ejército israelí.
El ejército reportó estar al tanto de que algunos detenidos han muerto, incluidas personas con enfermedades preexistentes o lesiones relacionadas con el combate. Pero el portavoz del ejército, Nadav Shoshani, afirmó que la cifra de muertos en el informe del PHRI está inflada, aunque se negó a decir cuál cree el ejército que es el número real.
El ejército indicó que se evalúan las denuncias de abuso o condiciones inadecuadas, y que quienes violan el código de conducta militar son castigados y, en ocasiones, sometidos a investigaciones penales.
Aunque al principio se mostró reticente, el exguardia de la prisión militar de Sde Teiman, en el sur de Israel, dijo haber participado con el tiempo en las golpizas a los prisioneros.
Una mañana, al comienzo de la guerra de Israel contra Hamás, el guardia llegó a trabajar y vio a un palestino inmóvil y tendido de lado en el patio; sin embargo, ningún guardia se apresuró a ver qué había sucedido con el hombre, quien ya había fallecido.
“Fue como que todo sigue igual con el muerto”, dijo el guardia, quien desconocía la causa de muerte.
Los prisioneros estaban siempre encadenados de manos y pies, y eran golpeados si se movían o hablaban, reveló el guardia, quien agregó que casi todos preferían orinarse y defecar donde estaban en lugar de pedir ir al baño.
La exenfermera de Sde Teiman expuso que las cadenas utilizadas para inmovilizar las manos y los pies de muchos prisioneros causaron heridas tan graves que algunos requirieron la amputación de extremidades. Habló bajo condición de anonimato por temor a represalias. Durante las varias semanas que trabajó allí a principios del año pasado, no presenció ningún fallecimiento, pero añadió que el personal a veces hablaba sobre la muerte de detenidos. Renunció al trabajo porque no le gustaba el trato abusivo que recibían los prisioneros, apuntó.
El ejército refirió que el uso prolongado de esposas solo se aplica en casos excepcionales cuando existen “consideraciones de seguridad significativas”. Incluso en esos casos, se tiene en cuenta el estado de salud de los detenidos, expuso. Solo unos pocos prisioneros de Gaza son tratados de esta manera actualmente, agregó.
Los comandantes —quienes también participaron en las golpizas—ordenaron a los guardias que redujeran el número de muertes, según el guardia de Sde Teiman, quien pasó varios meses allí.
Al final se instalaron cámaras, lo que ayudó a mitigar el abuso, manifestó. Veintinueve prisioneros han fallecido en Sde Teiman desde que comenzó la guerra, según PHRI.
A principios de este año, un soldado israelí fue declarado culpable de abusar de palestinos en Sde Teiman y sentenciado a siete meses de prisión, según el ejército, que dijo que esto demuestra que existe rendición de cuentas.
No obstante, los abogados de los prisioneros expresan que Israel rara vez lleva a cabo investigaciones serias sobre la presunta violencia y que esto agrava el problema.
Como muestra del clima de opinión pública, la abogada principal del ejército israelí fue obligada a renunciar recientemente tras reconocer que ella había aprobado la filtración de un video de vigilancia que está en el centro de una investigación sobre acusaciones de graves abusos sexuales contra un palestino en Sde Teiman. La filtración, que pretendía defender la decisión de su oficina de procesar a los guardias por los presuntos abusos, provocó en cambio fuertes críticas por parte de líderes israelíes de línea dura quienes se inclinaron por los guardias.
Varios soldados fueron acusados en ese caso, que aún está pendiente ante el tribunal militar.
Resulta difícil determinar con certeza la causa de muerte de la mayoría de los presos. En ocasiones, a petición de las familias, Israel autorizó a médicos que presenciaran las autopsias y proporcionó informes sobre lo observado a sus familiares.
Ocho informes revisados por la AP revelaron un patrón de abuso físico y negligencia médica.
En uno de ellos, Mohammad Husein Ali, un hombre de 45 años que falleció en el centro de detención de Kishon, presentó múltiples signos de agresión física, que probablemente le causaron una hemorragia cerebral, según el informe. También se observó el posible uso excesivo de restricciones físicas. Su familia dijo que tenía buena salud antes de ser detenido en su domicilio en Cisjordania. Falleció una semana después de su encarcelamiento.
Husein Ali ya había cumplido una condena en una prisión israelí tras ser sentenciado por activismo extremista, manifestó su familia. Pero agregaron que no tenía vínculos con milicianos cuando fue arrestado el año pasado.
Tras la detención de Husein Ali, su hija de 2 años se quedaba mirando por la ventana y llamaba a su papá, contó Hadeel, su esposa. “Decía “papá, ¿Dónde está papá?”, pero con el tiempo dejó de preguntar”, añadió al secarse las lágrimas.
La desnutrición contribuyó a al menos una muerte, según PHRI: provocó que un joven de 17 años falleciera por inanición.
En septiembre, el Tribunal Supremo de Israel ordenó que se sirviera más y mejor comida a los presos palestinos. Las organizaciones de derechos humanos reportan que la situación ha mejorado ligeramente.
El ejército aseveró que los detenidos reciben tres comidas al día, aprobadas por un dietista. Añadió que cada detenido es examinado por un médico al llegar y, quienes lo necesitan, son sometidos a revisiones periódicas.
Sariy Khuorieh, un abogado israelí-palestino de Haifa, dijo que fue detenido al inicio de la guerra después de que Israel lo acusara de incitar a la violencia a través de sus publicaciones en redes sociales. Durante los 10 días que pasó en la prisión de Megido, Khuorieh refirió haber visto morir a un hombre tras ser golpeado repetidamente.
Khuorieh manifestó que el hombre de 33 años y padre de cuatro hijos, originario de Cisjordania, era golpeado casi a diario. El hombre —y algunos de sus familiares— tenían vínculos estrechos con Hamás, según un funcionario de seguridad palestino y una persona que conocía a la familia, quienes hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias.
La noche anterior a su muerte, el hombre gritó de dolor durante horas mientras estaba en confinamiento solitario, dijo Khuorieh, quien contuvo las lágrimas al relatar lo sucedido. El hombre pidió repetidamente la presencia de un médico, pero nadie acudió, agregó.
Un portavoz del Servicio Penitenciario de Israel no quiso comentar sobre el caso.
Un informe sobre la autopsia del hombre, al que tuvo acceso la AP, indicó que la causa de la muerte no era concluyente, pero que presentaba hematomas antiguos y recientes, incluidas costillas rotas. El informe notificó que se podía asumir que la violencia contribuyó a su muerte.
Cuando los guardias abrieron la celda del hombre, lo patearon y golpearon antes de llamar a un médico, quien intentó reanimarlo y luego lo declaró muerto, contó Khuorieh, quien sostuvo que vio lo que ocurría a través de la pequeña ventana en la puerta de su celda.
Una vez que declararon muerto al hombre, Khuorieh agregó que uno de los oficiales se rio y dijo: Hay “uno menos” que atender.

Associated Press Spanish
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