Bajo la serenidad que envuelve a los glaciares, existe una especie de batalla interna constante . Cada vez que un trozo de hielo se desprende y cae desde decenas de metros de altura, el fiordo entero se sacude. No es solo un chapuzón superlativo: el impacto genera tsunamis superficiales y, mucho más importante, desencadena olas submarinas gigantes que mezclan el agua fría del deshielo con el agua marina más cálida. Esa mezcla alimenta el deshielo desde abajo, justo donde el glaciar es más vulnerable.
Lo que hasta ahora era intuición científica se convirtió en evidencia gracias a un experimento sorprendente : medir este caos submarino con un cable de fibra óptica.
Un laboratorio natural en el límite del hielo
El glaciar Eqalorutsit Kangilliit Sermiat, en el sur de Groenlandia, es uno

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