A primera vista, el tenis y la ciencia parecen mundos distintos: uno se juega al aire libre, con pelotas y raquetas; el otro ocurre, generalmente, en espacios confinados entre tubos de ensayo e instrumental de laboratorio. Pero si se observa con atención, ambos comparten una esencia profunda: consisten en la búsqueda de precisión, disciplina y paciencia, donde cada punto o cada hallazgo se gana con una mezcla de técnica, intuición y resiliencia.
El primer saque: cuando todo comienza
Antes de que una pelota cruce la red, hay un instante de silencio absoluto. El jugador se concentra, calcula la fuerza, la dirección, el giro. En ese momento, todo depende de la sincronía: la flexión de las piernas, el arqueo de la espalda, el impulso que nace como un resorte comprimido y acompaña el movimien

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