Rheba Hamilton estaba tomando café en su porche el sábado por la mañana mientras observaba a los dos trabajadores que había contratado comenzar a adornar con luces el árbol de su jardín delantero en su tranquilo barrio de Charlotte, Carolina del Norte.

De repente, una minivan gris —con las puertas ya entreabiertas— frenó bruscamente en la esquina. Dos agentes federales salieron y les pidieron la documentación a los jardineros. Todo sucedió en un instante. Los agentes se retiraron poco después de que Hamilton se uniera a los hombres en el césped y comenzara a grabar.

La brusquedad del incidente tomó por sorpresa a Hamilton, reflejando la conmoción que sintieron los funcionarios y residentes locales cuando Charlotte fue seleccionada como la última ciudad en una serie de operativos migrator

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