Hace medio siglo, en el período final de su agonía –murió el 20 de noviembre de 1975 en Madrid, sufriendo múltiples enfermedades- para el dictador español Francisco Franco los únicos momentos de calma los aportaban algunas lecturas y películas. Había ejercido el poder a sangre y fuego durante casi cuatro décadas pero, de acuerdo a los distintos biógrafos, ciertas filmaciones “lo emocionaban”.

Franco, como gobernante, dispuso de su propia sala para ver cine, una costumbre que lo emparentaba con otro dictador de su misma época llamado Stalin (la película “El círculo del poder”, de Konchalovski, ilustra esa afición del líder comunista. Por supuesto, Franco tenía el privilegio de ver las películas que su mismo régimen prohibía, en una categoría en la que estaba incluidas desde obras de conte

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