Como en otras ciudades del país, Charlotte, Carolina del Norte, tiene una deuda de gratitud con las manos inmigrantes que a fines de los años 90 y principios de los 2000 construyeron 13 rascacielos en un lapso de cinco años para atraer actividad económica. Y como en otras ciudades del país bajo el presente gobierno, la respuesta ha sido una literal cacería humana para detener y deportar a esos inmigrantes.

Charlotte se sumó a la lista de ciudades lideradas por demócratas en recibir la violenta maquinaria de deportaciones de Trump y la cifra de detenidos superó los 130 en las primeras 48 horas, incluyendo algunos ciudadanos estadounidenses por el uso de perfiles raciales por parte de los agentes de ICE y de la Patrulla Fronteriza. Ciudadanos como Willy Aceituno a quienes los agentes tratar

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