En los barrios humildes de Granada suelen nacer algunas de las historias de superación más auténticas. Y fue precisamente ahí, en las calles de la colonia José Tamayo, donde Fernando Cerrillo decidió que era el momento de arriesgarlo todo. Era agosto de 2021, aún con el país recuperándose del golpe de la pandemia, cuando él y su esposa, Rocío, levantaron la persiana de una pequeña cafetería que había nacido solo del deseo de trabajar dignamente y ofrecer calidad. No había ambiciones desmedidas, solo ilusión, una fe testaruda en el oficio y años de experiencia sirviendo a otros. Pero La Bohème, aquella cafetería modesta, estaba destinada a convertirse en mucho más.
Fernando llevaba doce años en la hostelería, y aunque sus estudios no tenían nada que ver con fogones ni hornos, siempre sup

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