Este año no ha podido vacunarse contra el sarampión. Se llama John. O Lucy. O Sara. Tiene leucemia o acaba de recibir un trasplante o está en tratamiento por un linfoma de Hopkins. Otros, como Mark, Thomas o Vivian, sufren una grave alergia a uno de los componentes de la vacuna. En un entorno responsable, la inmunidad comunitaria actuaría de cortafuegos.
Estados Unidos está a punto de perder el llamado ‘estatus de eliminación’ si no logra acabar con los brotes de sarampión en enero. Una vergüenza en un país con amplios recursos médicos. "Un símbolo de lo mucho que ha empeorado el discurso y de lo politizadas que se han vuelto las vacunas", apunta Adam Ratner, experto en enfermedades infecciosas pediátricas.
Los esfuerzos de los profesionales médicos se han visto cuestionados por Robert F

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