El Atlético Bucaramanga emprendió viaje a Ibagué con una consigna clara: sostener el impulso, resistir el fuego del Murillo Toro y seguir construyendo el sueño de una nueva final.

Leonel Álvarez, que entiende como pocos la tensión de los cuadrangulares, definió una plantilla de 18 jugadores para un compromiso que exige más carácter que excusas. Sin Gustavo Charrupí por sanción, el técnico reorganiza sus líneas, reacomoda funciones y confía en la convicción de un grupo que viene trabajando en modo batalla.

El Leopardo viaja respaldado por su reciente victoria 1–0 sobre Santa Fe en el Américo Montanini, un triunfo que fortaleció el ambiente interno y reafirmó la idea de un equipo que sabe sufrir, competir y resistir cuando el partido pide determinación.

Pero el reto en Ibagué no será meno

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