La semana pasada fui a ver un espectáculo de danza. El programa era prometedor: “Esta pieza –aseguraba– denuncia el sistema patriarcal violento y apunta a sus zonas frágiles”. Y eso no era todo: además de una denuncia política, los intérpretes iban a bailar una lección de historia (“evoca la dictadura portuguesa”) y otra de filosofía (“rechazando el universalismo ingenuo”).
Al salir, los cuatro amigos opinamos lo mismo: había sido un espectáculo precioso, pero no habíamos visto por ninguna parte el patriarcado, la dictadura portuguesa o el universalismo, fuera ingenuo o astuto.
Yo no sé por qué tantos artistas se empeñan en endilgarnos explicaciones de sus obras. Si, total, al final será el público y la crítica quien decidirá cómo interpretarlas. Véase el caso de Lolita. Que Nabokov de

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