El peronismo enfrenta una de sus semanas más críticas desde las elecciones del 26 de octubre. La reciente pérdida de bancas en el Congreso ha intensificado las tensiones internas, especialmente en el Senado. La propuesta de unificar las tres bancadas actuales —Frente Nacional y Popular, Unidad Ciudadana y Convicción Federal— en un único Bloque Justicialista ha generado más divisiones que cohesión.

La presidenta del bloque peronista, Juliana Di Tullio, ha expresado la necesidad de desarmar Unidad Ciudadana para mantener la primera minoría. Sin embargo, la realidad es que el peronismo ha perdido ocho senadores y ahora debe unificarse para resistir la presión de La Libertad Avanza, que podría reunir entre 19 y 20 votos.

Las conversaciones entre los líderes de los bloques buscan evitar fugas, pero la situación es delicada. Carolina Moisés, senadora de Convicción Federal, ha criticado la falta de diálogo y ha señalado que la unidad se proclama sin incluir a quienes piensan diferente. "Hacen unidad entre los K únicamente", afirmó su entorno.

El gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora, también ha manifestado su intención de no integrarse al Bloque Justicialista, lo que podría llevar a la creación de una bancada propia. Esto, sumado a la posible ruptura de Convicción Federal, podría reducir la representación peronista a 22 senadores, la cifra más baja desde 1983.

La situación se complica aún más con la inminente llegada de Javier Milei al poder, quien podría no necesitar el apoyo del peronismo para nombrar jueces o aprobar pliegos clave. La falta de acuerdo en los próximos días podría dejar al peronismo en su mínima expresión legislativa en cuatro décadas.

El futuro del peronismo en el Senado está en juego, y la presión por mantener la unidad se intensifica mientras se acercan las elecciones y se reconfigura el mapa político del país.