La COP30 en Belém avanzó hacia su tramo final con un nivel de tensión que contrasta con la magnitud del desafío que el mundo enfrenta frente al cambio climático . La cumbre, instalada en el corazón de la Amazonía, abrió sus puertas ante más de 50.000 delegados y puso foco en la urgencia de limitar el calentamiento global.

Sin embargo, ese clima de expectativas se transformó en alarma cuando la presidencia presentó un texto final sin ninguna referencia a la esperada hoja de ruta para dejar atrás los combustibles fósiles.

El documento eliminó todas las menciones a la transición energética que figuraban en el primer borrador del Global Mutirão. La ausencia generó una reacción inmediata: casi 40 países —entre ellos España, Alemania, Costa Rica, Chile, México, Islas Marshall y

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