La épica victoria con diez en el feudo del Eibar tuvo un nombre más claro que ningún otro, el de Esteban Andrada, el portero argentino que sostuvo al Real Zaragoza, que con esa altura y esa capacidad bajo palos fue todo un muro para el Eibar, con una colección de paradas, hasta siete, seis dentro del área, y demostrando siempre solvencia con el balón en los pies y cuando el esférico surcó los aires. Un partido perfecto, un encuentro que cierra cualquier debate en la portería y que muestra que el camino de la salvación debe pasar por Andrada, que ha vivido bajo palos las cuatro victorias zaragocistas del curso.

Andrada comenzó deteniendo un penalti nada mal tirado de Bautista en el minuto 22 y no pudo hacer nada en el córner posterior cuando Nolaskoain remató solo. Sin embargo, ni e

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