Hace nada, el Real Zaragoza perdía siempre. Incluso en superioridad numérica durante una hora. Era el equipo aragonés un muerto en vida que desprendía un hedor insoportable. Un alma en pena en el que nadie creía y al que todos lloraban por no tener remedio. Pero todo eso ha cambiado. Lo que sucedió este sábado en Eibar se recordará durante mucho tiempo. Llámenle épica si lo desean. O gesta. O hazaña. Pero cualquier término se quedará corto para calificar lo que el Zaragoza fue capaz de hacer donde nadie había ganado hasta ahora. No solo aguantó como un jabato, es que luchó como un león contra viento, marea, un arbitraje calamitoso que hizo todo lo posible para que muriera desangrado y un sinfín de desgracias que, lejos de derrotarlo, le hicieron más fuerte. Ganó el Zaragoza porque fue s

See Full Page