Antes de que los ciudadanos depositen su voto en las urnas, una batalla silenciosa y crucial se libra en los despachos del Consejo Nacional Electoral (CNE): la revocatoria de inscripciones de candidatos. Esta figura, que debería ser el mecanismo de limpieza del sistema, se ha transformado en un arma de doble filo, cargada de potencial para la persecución política y la inseguridad jurídica .

Para desentrañar la complejidad y los peligros de este proceso, EL NUEVO SIGLO consultó a Alfonso Portela , exregistrador delegado para lo electoral, quien calificó la figura como bien intencionada, pero mal administrada en sus tiempos y procedimientos.

La Ley 1475 de 2011

La revocatoria de inscripción de candidaturas forma parte de las competencias constitucionales y legales del CNE. Su filosofí

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