Lo decimos sin pensar: “¿Cara o cruz?” Y en cuanto la moneda vuela, todos sabemos qué estamos esperando ver al caer. Pero detrás de esa expresión tan cotidiana hay una historia que arranca en la Edad Media y que explica por qué seguimos llamando “cruz” a un lado de la moneda… incluso cuando ya no hay ninguna cruz grabada.
La cara: el rostro del poder
Desde que existen las monedas, una de sus funciones ha sido dejar claro quién manda. Por eso, el anverso —lo que popularmente llamamos la cara — solía mostrar el retrato del rey, el emperador o la autoridad que garantizaba su valor.
En el Imperio español, igual que en buena parte de Europa, este lado mostraba a los monarcas Habsburgo o Borbones con toda su pompa. Esa imagen era la garantía de que la moneda tenía respaldo político y económico. Es decir: si llevaba tu cara, era tu dinero.
La cruz: un símbolo que se volvió costumbre
Lo interesante llega con el otro lado. El reverso empezó a llamarse cruz porque, literalmente, muchas monedas españolas llevaban una cruz grabada. No era decoración: tenía un significado religioso, identitario y político. La moneda no solo decía “quién reina”, sino también “bajo qué fe y qué orden”.
Durante siglos, la iconografía cristiana acompañó a las acuñaciones del Imperio. Y esa costumbre se volvió tan arraigada que el nombre popular del reverso quedó fijado como “la cruz” , fuera cual fuera el diseño.
La expresión sobrevivió… aunque la cruz desapareciera
Cuando los territorios de América iniciaron sus procesos de independencia, cada país comenzó a acuñar sus propias monedas. Desaparecieron los reyes españoles, desapareció la simbología cristiana… pero el lenguaje no se mueve tan rápido.
La gente siguió diciendo “cara y cruz” aunque el nuevo reverso mostrase escudos, animales, próceres o paisajes. Incluso en países donde nunca hubo cruces en sus monedas —como Venezuela— el término ya estaba incrustado en el habla cotidiana.
Ése es el poder del lenguaje: hereda símbolos, los guarda, los transforma… y rara vez pregunta si siguen teniendo sentido literal.
De la Edad Media a hoy: una expresión que no se ha ido
Hoy las monedas pueden tener diseños abstractos, números, mapas o estructuras geométricas. Da igual. Para nosotros siguen teniendo cara y cruz porque así las han llamado generaciones enteras antes que nosotros.
En resumen:
- Cara : el lado donde aparecía el rostro del soberano.
- Cruz : el lado donde históricamente se grababa una cruz… que ya no está, pero cuyo nombre sobrevivió a base de repetirse.
Un recordatorio silencioso de cómo una simple moneda puede guardar siglos de costumbre y poder. Y la próxima vez que alguien lance una al aire, ya sabrás que ese “cara o cruz” es una reliquia lingüística que nació mucho antes que el propio juego.

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