En los últimos años la inversión en Colombia, tanto la doméstica como la de fuentes externas , ha vivido un proceso de enfriamiento progresivo. Las condiciones financieras desafiantes durante los años poscovid, el entorno global volátil, así como el debilitamiento de la temperatura empresarial y confianza en el país, ha dejado un significativo lastre sobre la inversión.

Muestra de este desplome es que desde la década de los noventa, la inversión extranjera directa (IED) se convirtió en uno de los mejores instrumentos de financiación para el desarrollo de la actividad productiva del país. Al tratarse de financiación de largo plazo, dichos recursos permitieron al país enfrentar choques externos y salidas súbitas de capital.

En el 2019, la IED que llegó al país alcanzó los US$14.4

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