Vamos a contar un cuento. Uno más ¿qué importa entre el océano infinito de ellos que el gobierno pretende hacernos tragar a diario?

Esto erase que se era, un país sin ganadería, sin agricultura, sin industria, pero con una presunta hada madrina, una ministra de trabajo aparentemente generosísima y dadivosísima con el dinero ajeno, con ese que todos los ciudadanos pagan con sus impuestos, y no para revertirlo en ellos -ni en una mínima cuantía - sino para apoyar y ayudar a ser más desobedientes, rebeldes, y aparente y malamente independientes, a cuantos jóvenes comprendidos entre los 18 y los 21 años hubiera o hubiese en dicho lugar de falsedades, ensoñaciones, alucinaciones, buenismo y cacareado e ineficiente progresismo, y llevarles a su redil, es decir, a sus cada vez más escasas papele

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