Maduro es un sátrapa, un usurpador de elecciones, un depredador que de forma falaz se hace pasar por revolucionario. Maduro es el comandante de un régimen corrupto, violador de derechos humanos y aliado del narcotráfico, es cierto.
Maduro y su camarilla de sociópatas son criminales que deben ser sancionados en una corte penal internacional por haber condenado al hambre y al desplazamiento a más de siete millones de personas. Maduro, por supuesto, es un ser mentalmente insano que no puede seguir gobernando, eso es indiscutible.
Lo que sí resulta discutible y no es razonable en pleno siglo XXI es eso de acostarse y levantarse por estos días imaginando en qué momento un avión supersónico, inatajable como un pequeño Armagedón, entrará en Venezuela para bombardear los objetivos que selectivam

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