Si como opinamos en esta serie especial de columnas, la República nació con la imprenta, luego se electrificó con la radio, y luego se volvió imagen con la televisión, lo que vivimos desde los años noventa es otra mutación: la República algorítmica la Estado digital.

Lo que nos enseñaron en la escuela sobre la nación, un territorio definido, una cultura común y una organización política unificada, está cambiando aceleradamente.

El territorio hoy puede ser cualquier lugar del mundo con conexión; la moneda puede ser criptomoneda; la identidad ya no es la que el Estado asigna, sino la que cada quien se asigna porque se autopercibe; las “tribus” ya no son étnicas ni regionales, sino digitales: nos agrupan las tendencias, los seguidores, los clústeres que el algoritmo ordena según preferencia

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