La Fuerza Espacial de Estados Unidos ha comenzado a adjudicar sus primeros contratos para interceptores espaciales, lo que marca uno de los pasos clave en la implementación del programa de la Cúpula de Oro (Golden Dome, en inglés) del Pentágono.

Según confirmó a Space News un portavoz de la Fuerza Espacial, varios contratos para desarrollar prototipos de interceptores espaciales se adjudicaron en virtud de Acuerdos de Otras Transacciones (OTA, según sus siglas en inglés), una herramienta competitiva utilizada por el Departamento de Defensa para agilizar el desarrollo de nuevas tecnologías.

Los nombres de los contratistas se mantienen en secreto, ya que están protegidos por medidas de seguridad reforzadas. El monto de los contratos tampoco se ha revelado, dado que las adjudicaciones dentro de los OTA no requieren divulgación pública.

El Pentágono suele utilizar los OTA para atraer empresas que normalmente no trabajan en contratos de defensa porque las reglas son más flexibles en cuanto a costos, cronogramas y derechos de propiedad intelectual.

¿Qué es la Cúpula de Oro?

Se trata de un sistema de defensa antimisiles 'multicapa' concebido por Donald Trump e inspirado en el sistema antimisiles israelí Cúpula de Hierro. El proyecto tiene por objeto defender el territorio estadounidense contra misiles balísticos intercontinentales, hipersónicos y de crucero.

Previamente se informó que la construcción del sistema podría tardar  al menos una década  en completarse, pese a las promesas del presidente estadounidense de que estará terminada antes de que finalice su mandato. El costo de su fabricación podría  superar un billón de dólares  y es posible que  ni siquiera se acerque a proporcionar la protección integral  prometida por Trump.

Al mismo tiempo, la Cúpula de Oro probablemente conducirá a una transformación radical de la doctrina militar y  militarizará aún más el espacio , hecho capaz de desencadenar una carrera armamentista en órbita que podría durar una generación o más.

Los expertos advierten que la parte más ambiciosa del programa —que consiste en llenar la órbita terrestre baja con miles de satélites para detectar y destruir los misiles de los adversarios— luce como  "una fantasía que solo desestabilizará el frágil orden internacional que ha evitado la guerra nuclear durante más de 70 años" .