Bajo el cielo frío de noviembre, Salamanca vuelve a brillar como un cuento . Las luces de Navidad se han encendido y, con ellas , la ciudad ha despertado a una magia que todo lo envuelve. El gran árbol preside la Plaza Mayor como un faro de luz y esperanza , reflejándose en los arcos dorados de la plaza, mientras sus destellos se mezclan con las risas, los pasos y los susurros de quienes se detienen a contemplarlo.

Más de un millar de adornos trepan por las calles y se abren camino hacia las plazas más emblemáticas. Soldaditos vigilando esquinas, duendes curiosos escondidos entre guirnaldas, elefantes iluminados que parecen avanzar en silencio… Cada figura cuenta una historia, cada farol invita a pasear un poco más.

Las calles -desde las más céntricas hasta otras más recónditas-

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